Señora Durbeyfield, tenga piedad de un hombre desesperado.
Dígame donde puedo encontrarla.
Nos encontramos ante una de las mejores, sino la mejor película de la filmografía de Roman Polanski. Tess, una historia que gira en torno a una muchacha y el mundo que la rodea, lleno de odio, amor, pasión y desengaño.
Todo comenzó a finales de los sesenta. Polanski, director aclamado en Europa arribó en Estados Unidos y tuvo un gran éxito por The Fearless Vampire Killers (1967) y Rosemary´s Baby (1968). Estaba casado con la hermosa actriz Sharon Tate y esperaban a su primer hijo.
Roman tuvo que hacer un viaje a Gran Bretaña para la producción de su nueva película y su mujer le recomendó una novela de Thomas Hardy, Tess of the d´Urbervilles (1891), creyendo que podría ser una gran película.
Poco después, mientras que el director polaco se encontraba trabajando en el extranjero, el grupo apodado "la familia" de James Manson entró en la casa de Polanski donde se encontraba Sharon junto a unos amigos de la pareja, matándolos a todos en uno de los crímenes más escalofriantes de los últimos años. Aquello marcó a Roman de sobremanera. El proyecto de Tess quedó en el olvido.
Pocos años después Polanski volvió a ser el foco de atención por la polémica que suscito la "supuesta" violación de una menor en la casa de Jack Nicholson. Tuvo que poner tierrra de por medio y refugiarse en Europa, más concretamente en Francia. Allí empezó a trabajar, con la ayuda del productor Claude Berri, en un proyecto que dedicaría a su mujer Sharon Tate. Tess.
La historia nos sitúa en una zona rural de Inglaterra durante la época victoriana. La joven Teresa, o Tess, vive junto a su numerosa familia de clase humilde. Un día el padre descubre que su familia desciende de un linaje de nobles, los d´Urbervilles, que se remontan hasta los normandos, y además hay unos familiares suyos desconocidos no muy lejos del lugar, por lo que decide mandar a Tess en busca de "ayuda". Allí la acoge el actual señor d´Urberville, que refleja las peores cualidades de la aristocracia, seduciendo, manipulando y abusando de la chica. Está queda embarazada pero pierde al niño poco después.
Sumida en el dolor, Tess abandona su pueblo natal y huye hasta una granja lechera donde intenta comenzar de nuevo. Allí la tratan bien y por primera vez en su vida es feliz. También conoce al apuesto Angel Clare, un noble que odia a los suyos y cuya aspiración es ser granjero. La melancolía de este hombre, junto a su personalidad y bondad enamoran a Tess, la cual es correspondida, pero el pasado de la joven la persigue en un esfuerzo para que esta no encuentre la felicidad...
La novela de Hardy es de una belleza palpable. Consigue remarcar unos personajes muy bien definidos y que no son más que un reflejo de la sociedad. Tess no es más que una mujer atrapada en un mundo de hombre cuya vida está en sus manos; el noble d´Urberville, como decía anteriormente, es un reflejo de lo peor de la sociedad victoriana; y el joven Clare, aunque posea ideales liberales y progresista, en el fondo sigue teniendo su orgullo de noble.
Pero que esta cinta sea una obra maestra no es solo mérito de Hardy o de Polanski. Lo que realmente hace que esta película sea una maravilla y cautive al espectador, por lo menos a mi, es su protagonista y la actriz que le da vida, Nastassja Kinski, ya que desde Joan Fontaine en Rebecca (Alfred Hitchcock, 1940) ninguna actriz había conseguido llenar de tanta belleza una pantalla. Una auténtica diosa mortal.
La película, curiosamente tuvo mejores críticas en Estados Unidos que en Europa, a pesar de la polémica de Polanski, obteniendo seis nominaciones (entre las que destacaron Mejor Película y Director) y consiguiendo tres (Fotografía, Dirección Artística y Vestuario). Aquel año, 1980, mismo año en el que compitió junto a dos de las mejores cintas de los 80s, Raging Bull y The Elephant Man, ganó la pasable y sobrevalorada Ordinary People, de Robert Reford. Oscars...
Mi nota: 10!
Y te la bajas en Cinematecaweb junto con todo el resto de la Filmografía de Polanski.
ResponderEliminarSaludos Cinéfilos